¿Qué pude en pandemia?
Hablo desde mí, a lo mejor alguna se identifica y dialogamos. A principios del
2020 yo contaba, como proyectos que estarían en cartel, y sobre textos míos a:
Canavero (con mi dirección),
Fortunata en el jardín de las delicias (Dirección de Melina Milone),
Nina Atrapamundos (con dirección de Yamila Ulanovsky),
Teatresi (en coautoría con María Campano y con dirección de Analía Yañez)
y la presentación de una de tres obras breves, como teatro leído, en Mercedes,
Provincia de Buenos Aires por la edición de Objetos libro. También estaba
dirigiendo, con fecha de estreno, la obra "Despedidas" de Paula Casal e
iba a ser producida "La creación" una ópera en formato Nano, resultado de
la residencia de creación que hice en 2019 en Barbados Artes Escénicas. Y es que
el 2019 fue un año de mucho trabajo y de cosechar todo lo que había sembrado los
años anteriores. Nina Atrapamundos comenzaba a presentarse en festivales, además
y eso era motivo de orgullo y felicidad porque el trabajo que ese grupo realizó
sobre mi obra valía todos los reconocimientos. Bueno, nada de todo eso se
concretó. ¿Qué pude hacer en pandemia? El primer lugar de acción y refugio fue
La Colectiva de Autoras, que integro desde 2019. Sostuvimos acciones
concretas que seguimos desarrollando, asambleas por zoom y fortalicimos nuestros
lazos federales. Durante los primeros 100 días de aislamiento, con el grupo de
"Canavero" seguíamos reuniéndonos sin encontrar el norte, pero además
profundamente contrariados. La obra no es suceptible de ser adaptada a zoom y en
ese momento no era posible reunirnos o filmar nada. Eso, en algunas y en algunos
generaba cierta resistencia, más las incomodidades derivadas de no contar con la
tecnología adecuada: un combo de mala conexión a internet y equipos
desactualizados nos hizo renegar todo el tiempo. Existía una brecha enorme entre
lo que queríamos hacer y lo que nuestra situación tecnológica y económica nos
permitía hacer. Aún así, al juntarnos de manera testaruda una vez a la semana,
apareció una idea y luego un texto y finalmente una obra breve que hicimos por
zoom (que experimentamos sería más adecuado). Con lo que teníamos y como pudimos
transformamos toda nuestra frustración en
"AGAMEZOOM, una tragedia griega hasta
que llegue la vacuna."
Más allá de lo grupal, yo tenía una necesidad enorme de expresarme y seguir
creando. La postergación de todo lo que iba a hacer durante el 2020 hizo surgir
otros proyectos. Grabé algunos de mis cuentos para adultxs y también algunos de
mis cuentos para la infancia y los edité como PODCAST. Los publicaba en mis
redes o los regalaba. Hubo un tiempo, sobre todo durante los primeros 30 días en
los que los mensajes de las y los otros llegaban como balsas en medio de un
naufragio a rescatarnos.
Junto a Magalí Otasso Losevich nos lanzamos a la aventura de hacer #tangueras,
un programa por Instagram que sostuvimos entre marzo y noviembre, para el que
investigábamos y escribíamos, siempre acerca de las mujeres que hicieron el
tango.
También escribí monólogos breves, para que algunas actrices pudieran dirigirlos
y actuarlos desde sus casas. Así surgieron: La importancia de no estar sola
(Anabel Ares), Rastreador (Mache Figini), El Faro (Analía Yañez), R.E.M.
(Micaela Sarascino, con dirección de Analía Yañez).
El año tuvo sorpresas también. Una actriz, Marina Dousdebes, a quién yo no
conocía (y aún no conozco personalmente) me ecribió desde Córdoba, porque
buscaba un monólogo mío para estrenarlo de manera presencial: Ella amasa.
La obra fue estrenada en Villa General Belgrano, el 20 de diciembre de 2020 con
dirección de Emilio Firpo y pude escuchar los aplausos y la emoción del público
por video llamada. Eela y él forman parte del Grupo Marchanta. También confió en
mí Anabel Ares, para dirigir su monólgo "Espera", con el que participamos del
Festival Virtual Medeas.
Una agrupación que buscó y encontró la manera de sostener en pandemia lo que
venían haciendo, que en medio de la crisis generó trabajo. Barbados Artes
escénicas nos comunicaba, en septiembre de 2020, que Ensamble Miniatura de La
Plata, había elegido "La Creación" como una de las Nanóperas a producir, de
manera virtual. Este proyecto se encuentra en proceso y es un producto
absolutamente diferente a todo lo que he hecho hasta el momento. Cómo a todos
los que perticipamos de ese grupo de creadorxs nos pasa lo mismo, no tenemos muy
claro aún cómo o dónde podemos dar a conocer lo que ha nacido en pandemia.
Durante el verano, tuve el gusto de dirigir dos monólogos por zoom para un
festival español
"Cabezas parlantes", que lleva adelante Nuria Benet. "Muchas gracias" de Anabel Ares, que me
eligió como directora y me permitió dirigir a Silvia Dietrich y "La habitación
2020" de Concha Fernandez Soto, interpretado por una actriz española con un
delicado registro, Asunción Diaz. Este recuento que hago, no se cierra allí. El
2021 lo incié escribiendo: "Cruel mujer", una obra para dos actrices: Victoria
Arrabaça y Marina Gozalez Pesce, y "Hubiera querido ser yo" que primero fue
cuento y ahora es un monólogo que se convertirá en corto, con la actuación de
Beatriz Mayorga. Parece que no debería quejarme y no lo hago, sin embargo, me
hacen falta el contacto, la presencialidad y el trabajo de dirección con el
grupo, todxs juntxs compartiendo el mismo espacio, respirando el mismo aire. Ya
no me quedan ganas de explorar con el streamig. Ni siquiera consumo la misma
cantidad de películas y series que antes de la pandemia. Extraño los teatros,
extraño los cines. Parte de mi vida desea ocurrir en la calle, más allá de mis
cuatro paredes, pero la pantalla ya no satisface esa necesidad (si es que alguna
vez lo hizo). Si hablo como escritora, la quietud y la obligación de no
sociabilizar me otorgaron más tiempo para crear y también para leer. Como
curiosa, he investigado y aprendido a utilizar nuevas herramientas tecnológicas.
Como directora de teatro siento que estoy atada. He hecho lo mejor que he podido
a la distancia, pero siento que pudo haber sido mucho más. Hay días en los que
pienso que saldremos a las calles a llenarlas de teatro y otros en los que me
gana la tristeza y no veo la luz al final del tunel. Me angustia pensar que
hemos sido tachadxs como no escenciales, constatar que lo nuestro no es
considerado un trabajo... Mi madre y mi padre me decían: el teatro es un hobbie,
la vida es otra cosa... ¿Tenían razón? ¿Qué razones representan? Me generan
muchísimo placer leer y escribir, pero hay una razón por la cuál no me quedé
solo con la prosa y el verso, una poderosa que me impulsó a desarrollar los
conflictos a través del diálogo: El Teatro, es para mí ese lugar en el que
pienso con todo el cuerpo. El teatro es mi vida y mi trabajo. Es la vida y el
trabajo de muchas y muchos más. ¿Volveremos? ¡Volveremos!
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